viernes, 4 de octubre de 2013

IMPRESORAS 3D PARA HACER DRONES


Si usted es un creador o al menos un fabricante de cosas innovadoras, como el drone de Rubén Luna, de gracias por haber nacido en esta época. Cincuenta años antes difícilmente hubiera hecho carrera como inventor. Tendría que haber sumado dos condiciones vitales: talento y recursos económicos (y no existía Kickstarters para patrocinarle su audaz ocurrencia).

El genio científico de Thomas Alva Edison, por ejemplo, no se hubiera iluminado sin el genio financiero de J. P. Morgan. Suministrar luz eléctrica a todo Nueva York por primera vez en la historia de la humanidad, fue un milagro de ambos. Por separado, la lámpara incandescente se hubiera quedado en proyecto sin un mecenas, o Morgan hubiera terminado sus días de magnate como un mecenas ayuno de proyecto.

Pero ahora las cosas son distintas. Vivimos (acaso sin saberlo) en una Tercera Revolución Industrial. Por primera vez es posible que en cualquier persona se den la mano el talento y los recursos para crear cosas físicas. 

La clave de DIY consiste en que las cosas físicas no las hacemos cada uno sino entre muchos. De manera que el acrónimo no cambia pero el nombre sí: no se trata de hacer las cosas cada uno por sí mismo, sino entre todos. Y esto se consigue mediante la web, la automatización y hasta la gamificación  (el juego como método de conocimiento creativo).

Internet es el centro de la Tercera Revolución Industrial que modifica las pautas del diseño industrial y la producción. Bits al servicio de átomos. El mundo digital al servicio del mundo real. Ya no son entidades separadas. La web no nos aparta de la realidad: la aumenta y enriquece, le otorga otros enfoques y multiplica la perspectiva. En los espacios económicos, DIY crea un nuevo modelo empresarial a partir de un concepto que cada vez se volverá más comprensible: la desintermediación.  

En esta Tercera Revolución Industrial, las patentes han dejado de tener importancia para poner de relieve la invención colectiva. Un proyecto atractivo como la configuración de un drone casero es como un panal de abejas: convoca a los profesionales a mejorarlo sin esperar retribución inmediata como en el cada vez más obsoleto mercado laboral e integrando comunidades hackers que desprecian la propiedad intelectual y ponderan el alto valor del crowdsourcing (colaboración abierta distribuida).

Y lo más valioso son los actuales software diseñados para facilitar la fabricación de prototipos. ¿Un ejemplo? Arduino es una herramienta open source –es decir, sin reclamo de pago de licencias y donde mete mano cualquier programador que le dedique tiempo libre-- para inventores profesionales y hasta amateurs.

Un manual de Arduino no es tan fácil de entender como un instructivo de Lego, pero es posible aprender los pasos básicos con algo de paciencia. El segundo acto consiste en adquirir un programa CAD para componer cualquier tipo de productos, o una impresora 3D, abastecerla con suministro de materias primas y en cuestión de minutos obtendremos el prototipo de un objeto innovador, por ejemplo, un drone.

¿Se le habrá ocurrido a alguien preparar (o mejor dicho manufacturar) un platillo con esta máquina casi mágica? Sería un avance a la famosa cocina molecular que popularizó el chef español Ferrán Adrià con sus técnicas culinarias deconstructivas mediante el empleo de nitrógeno líquido. Quien halla estado en el templo gastronómico El Bulli, disfrutó de sus postres salados y esfericados  y puede dar fe que no sabían a comida para astronautas.

Pero esto es apenas el principio de la Tercera Revolución Industrial. En menos de diez años tendremos en su casa una de estas impresoras 3D, con un costo aproximado de cien dólares, para imprimir objeto de primera necesidad, como cepillos de dientes, pasta dental, peines, lámparas, jabones, cucharas, frascos, botellas, etcétera, personalizados a nuestro gusto y personal capricho, cuando hasta ahora sólo nos los producen las grandes empresas en procesos estandarizados.  

El movimiento DIY tiene su versión en español en comunidades digitales como el Proyecto Clone Wars, que ofrece construir nuestra propia impresora 3D. Todas estas tribus web revelan el desembarco de los aficionados creativos en las costas de los profesionales cerrados. Los barbaros han invadido Roma. Y por primera vez hay que estar del lado de los invasores. A fin de cuentas el botín lo repartiremos entre todos. Hasta de los escépticos que aún forman legión. 

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